Cuando, en el crepúsculo del pueblo, Platero y yo entramos por una calleja miserable que da al río seco, los niños juegan a asustarse, haciéndose mendigos. Uno se echa un saco a la cabeza, otro dice que no ve, otro se hace el cojo... Dicen los niños:
-Mi padre tiene un reloj de plata
-Y el mio un caballo
-Y el mio una escopeta
Cantaban los niños: "Soy laaa viudita del Condeee Oréé...". ¡Sí, sí! ¡Cantad, soñad niños pobres!
Pronto, al amanecer vuestra adolescencia, la primavera os asustará. ¡Vamos, Platero...!
-FIN-
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